MANEJA ESTE TIMÓN DE LETRAS...

Bienvenido a esta Bitácora, Navegante...

Este es el Diario de a Bordo de Mar Solana (Mar Cano Montil), psicóloga, escritora y cuentista... Aquí encontrarás mi «Cuaderno de Impresiones, Cuentos, Relatos, Poemas, Reflexiones y otras Historias», una especie de lenitivo para mitigar las heridas que nos inflige este mundo punzante y rasposo... Escribí mi primer cuento con once años, lo inventé en un pequeño aseo donde me gustaba jugar. Con quince decidí que quería aprender el arte de «Domar Caballos Salvajes» (léase Emociones que necesitan volver a coger sus riendas). Por eso llevo un cuarto de siglo, con sus amaneceres y sus lunas, ejerciendo la Psicología... Mis raíces son "abu-leñas" y nací en la capital, pero a mi alma le dio por asentarse a orillas del Guadarrama... Hace algo más de una década regresé a mi pequeño Taller de Letras. Y ahora soy «Psicolotora» especializada en Literalogía o «Escritóloga» en Psicoratura. Me chifla inventar palabras, tender historias de Letras en las cuerdas del olvido y airear mis impresiones al barlovento del papel... Curiosa insaciable del aspecto más espiritual de la existencia, soy como el Caracol, peregrina de un camino infinito de crecimiento y aprendizaje...

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Bucear Mar Adentro 🐚 🐠 🐋 🐬 🐳 🐠 🐚

ELIGE CÓMO LEERME...

LA MAGIA Y EL AMOR DE LAS LETRAS...


CON LA MAGIA DE LAS LETRAS Y EL AMOR DE SUS ENCUENTROS...

«La Novela es una meditación sobre la existencia vista a través de personajes imaginarios». ©Milán Kundera.


«En esta comarca no existen reyes, aficionados o vasallos de las letras; sólo la magia de los artesanos de la palabra que intentan comunicar». ©Mar Solana.


«La verdadera novela es el arte que nace de la risa de Dios».

©Milán Kundera.

martes, 10 de mayo de 2016

Vuela Alto, Mamá... ¡Vuela Libre!

«Mi cuaderno de impresiones, cuentos, relatos, poemas, reflexiones y otras historias».




«Buscando el jardín de mi madre, encontré el mío propio.» Alice Walker, autora de El color púrpura.

«Si fuésemos capaces de ver más allá de hasta donde alcanza nuestro conocimiento, e incluso un poco más allá de los últimos límites de nuestras conjeturas, quizá pudiéramos soportar nuestra tristeza con más confianza que nuestras alegrías. Pues son momentos en que ha entrado en nosotros algo nuevo, algo desconocido; nuestros sentimientos enmudecen con tímido encogimiento; todo lo que hay en nosotros se retrae; se produce una quietud, y lo nuevo, lo que nadie conoce, se yergue en el centro de todo y calla.» Rainer Maria Rilke.


Todo lo que avanza llega. Y de la misma forma que llega, así, también se marcha. Y los avatares que culminan, a veces, vuelven a comenzar. Cualquier principio se halla ligado de forma inexorable a un final, así como un final siempre comprende un principio. No hay mal que cien años dure ni cien años duran si son malos…

Pero en determinados puntos de la espiral, tu existencia deviene en la parte más estrecha del embudo. Y sientes que la angustia te deja sin aire y sin palabras. La vida se ajusta de tal manera, se comprime tanto, que te revienta sus fauces igual que las lindes de un tirachinas. Como una goma elástica, cuando sujeta más volumen del que puede abarcar. Y esa señora, que algunos tachan de «puta disfrazada», te rodea densa, agónica…, tan concentrada que acaba estallando en multitud de esquirlas que se te clavan en el alma como cerbatanas.

Vivir con dolor es encontrarse en tierra de nadie, un entre aquí y allá, un rumbo a la deriva en territorio comanche. Es como cruzar un puente levadizo que se bambolea a cada paso y te paraliza con miles de cadenas.

Llevo varios días intentando hilvanar algunas líneas a la memoria de mi madre. Cuando perdemos a un ser querido, lo primero que nos viene al corazón es hablar sobre cómo era esa persona. Martha  Whitmore Hickman, una escritora americana que perdió a su hija de dieciséis años en un trágico accidente, escribió:

  «Idealizar a los muertos es imprudente, porque es falso (…) No podemos ni debemos mantener esa ilusión (…) El mito de la perfección es difícil de amparar porque la persona que nos ha dejado, fuera como fuera, era otra criatura de Dios, aceptable, amada, buena. Y nosotros también lo somos.»
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 No voy a contar aquí cómo era mi madre, no leeré un panegírico en su funeral. Y porque obras son amores y no buenas razones, prefiero convertir en palabras lo que ocurrió el martes, veintidós de marzo; dos semanas antes de fallecer y, por desgracia, el mismo día que sucedieron los brutales atentados de Bruselas… Un recuerdo que ahora esponja mi corazón hasta deshacerme en miguitas de dolor, igual que un bizcocho perdido en un vaso de leche…

Bajé a pasar la mañana junto a ella. Le estuve enseñando en mi Tablet una escena de Contact, una de mis pelis favoritas: cuando la doctora Ellie Arroway viaja al espacio profundo a través de varios agujeros de gusano y se encuentra en medio de un cosmos que —según lo describe la protagonista— es auténtica poesía, una bóveda celeste inenarrable. A mi madre esta secuencia le hacía sentirse más cerca de Dios, le calmaba mucho... Y ella, con las poquitas fuerzas que ya tenía para mostrarse orgullosa, compartió conmigo un bonito y cuidado libro que había elaborado uno de mis primos, con fotos de sus últimos encuentros familiares.

Pero ese día algo no iba bien; yo lo intuía. Una sensación rara me mordisqueaba el ánimo. Veía a mi madre más agotada que nunca. No paraba de toser y apenas podía mantener la mirada. Me inquieté mucho…

Y de repente, por entre las rendijas del televisor, se nos coló la barbarie. Otra vez las garras de la sinrazón. En las noticias comenzaron a retransmitir los fatídicos atentados de Bruselas que habían sucedido en sitios atestados de personas y, en donde empezaban a aparecer muertos y heridos por todas partes. Con el gesto triste y desencajado me senté cerca de ella. Se había quedado dormida en su sillón reclinable; ese sillón que fue testigo de algunas de sus rabietas antes de postrarse en él, rendida e impotente.

Sin hacer ruido, me puse a ojear nuestro álbum familiar y me dejé llevar por la pena y la melancolía de aquel instante. Cuando mi madre abrió sus preciosos y apagados ojos verde miel, se dio cuenta de que algunas lágrimas se estaban escapando de los míos...

—¿Qué ha pasado…? —me preguntó con su vocecita pequeña, indefensa,  gastada…

—Los cafres de los terroristas, mamá, que han vuelto a armar otro desaguisado, esta vez en Bruselas.

Entonces me clavó su mirada y, me hizo un gesto con la mano para que me acercara. Muy bajito, cerca del oído, me deslizó unas sencillas palabras que jamás voy a olvidar. Una frase sin nada de particular, de madre a hija, pero que a mí me condujo sin freno hacia todo el amor y admiración que siempre había sentido por ella, por su fuerza y por su estar en la vida.

—Hija…, ten cuidado ahora cuando vuelvas a casa…, que tú vives bien lejos. Fue en ese preciso momento cuando sentí que quería a mi madre hasta doler.
—Sí, mamá, ¡claro que sí!

Y me hubiera encantado estrujarla, pero la abracé despacio, como a una muñeca de porcelana que temes que vaya a resquebrajarse bajo tu vehemencia contenida, casi infantil.

—¡Te quiero mucho, mamá! —le dije, y la llené su carita de besos.

Un poco antes de marcharme a casa, la dejé en el comedor intentando masticar algunos bocados de lomo y jamón serrano que le había llevado. Me sonreía. El buen embutido, junto con la coca cola y los bocaditos de nata, le animaban a comer. Pero algo no iba bien, yo lo intuía.

Aquella noche ingresaron a mi madre en el hospital por última vez…


 Y en poco más de dos semanas, el nueve de abril, aguas mil, mi madre se convirtió en brisa y lluvia y voló alto, muy alto … En abril, su mes, vino, y en abril, su tiempo, se fue.

Una parte de ella se ha quedado en nuestros corazones, en el aire que cimbrea las plantas, y en el agua que cae del cielo y nutre a las flores… Me lo ha dicho ella, sí, muy bajito, con su voz pequeñita y gastada, mientras me acaricia el pelo con sus gotas y mis lágrimas se pierden entre la lluvia…

Nuestros Corazones seguirán, pero te vamos a extrañar en cada huella. Has pasado de estar entre nosotros a estar en nosotros... Somos todas las cosas que aprendimos a tu lado; nuestras manos han crecido entre las tuyas y nuestro ánimo se ha tallado con tu risa.

Seguirás viva en cada uno de los regalos que me has hecho, en cada uno de los lugares en los que hemos latido juntas. Voy a construirme un «joyero» con tus recuerdos, para ese rinconcito del alma que siempre tendrá velas para ti. Y en el sitio más recóndito de mi ser, meteré en un cajón tus desvelos y el sufrimiento, y todos los empeños que han intentado derretirnos el camino... Lo cerraré para siempre y arrojaré la llave al río de tus lágrimas, nuestras lágrimas, que un día también alcanzarán el mar...

¡Bendita sea tu Luz, madre querida!

© Mar Solana.

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«La mente intuitiva es un don sagrado del que la mente racional es su fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra el sirviente y ha olvidado su don» © Albert Einstein. Imagen: Faro de Suances (Cantabria) © Mar Solana.

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«Escribir es un autobús que te conduce a la calle Catarsis, con muchas paradas, pero directo».

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¿Y leer? Me apasiona devorar libros. Es como visitar el hogar espiritual de mis escritores favoritos y paladear un delicioso vino de su mejor cosecha de Letras... Un buen libro es como una liana, te ayuda a desplazarte por la inmensa selva de tu imaginación... Leer también me facilita la tupida tarea de ir desbrozando esa maleza que se enreda entre la escasez de ideas y la falta de inspiración... ¡Nunca dejes de leer!

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JOSÉ SARAMAGO: 16 de noviembre de 1922 - 18 de junio de 2010... ¡HASTA SIEMPRE MAGO DE LAS LETRAS!

JOSÉ SARAMAGO: 16 de noviembre de 1922 - 18 de junio de 2010... ¡HASTA SIEMPRE MAGO DE LAS LETRAS!
"La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva. Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran." Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte...

EL BESO QUE TE ADIVINA ...

EL BESO QUE TE ADIVINA ...
... es la luz que te conduce a sacar de tí lo mejor, a crecer en la mirada de quien verdaderamente te ama. El verdadero amor te quiere libre y como ser expansivo. Nunca admite murallas para el alma que respira... Es descubrir tu segunda piel, la que te eleva a la capacidad de ser decididamente afectivo, humedeciendo con licor de alegría los desiertos emocionales ... CARLOS VILLARRUBIA.

VIVIMOS SIEMPRE JUNTOS...

Llenamos el caldero
de risas y salero,
con trajes de caricias

rellenamos el ropero.

Hicimos el aliño

de sueños y de niños,
pintamos en el cielo
la bandera del cariño.

Las cosas se complican,
si el afecto se limita
a los momentos de pasión...

Subimos la montaña

de riñas y batallas,
vencimos al orgullo
sopesando las palabras.

Pasamos por los puentes

de celos y de historias,
prohibimos a la mente
confundirse con memorias.

Nadamos por las olas
de la inercia y la rutina,
con la ayuda del amor.

Vivimos siempre juntos, y moriremos juntos,
allá donde vayamos seguirán nuestros asuntos.
No te sueltes la mano que el viaje es infinito,
y yo cuido que el viento no despeine tu flequillo,
y llegará el momento
que las almas
se confundan en un mismo corazón...
(Letra y música: Nacho Cano)

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